miércoles, 31 de julio de 2013

Mereció la pena

El hombre volvía con paso cansado de vuelta a su casa. Atrás dejaba la imponente fábrica en la que trabajaba cada día. Sus enormes chimeneas aún expulsaban un denso humo grisáceo, que oscurecía todavía más un ambiente ya de por sí negro. Se giró para echarle una última mirada a la fábrica. Como le ocurría desde que llegó a la ciudad hacía ya siete largos meses, esa visión le producía sentimientos encontrados. Por un lado seguía maravillándose ante tales avances técnicos que ayudaban mucho en un trabajo tan pesado como el suyo. Pero por otro lado, ver la imponente construcción de hormigón y en general la ciudad fría y gris le hacía añorar su vida pasada, cuando vivía en el campo con su mujer y sus tres hijas pequeñas. Allí el trabajo era duro, cierto, pero al menos se respiraba un ambiente limpio y sano y estaban rodeados de naturaleza. Sus niñas podían pasear por los campos todo el día. Ahora, sin embargo, tenían miedo de ser atropelladas por un carruaje o uno de esos nuevos vehículos a motor si salían a la calle. Pero cuando su amada esposa quedó embarazada por cuarta vez, la necesidad los obligó a tomar la dura decisión de viajar a la ciudad, puesto que lo que la cosecha y el ganado producían apenas era suficiente para ellos solos. El hombre no quiso arriesgarse a que su familia pasase hambre.
Con la cabeza gacha continuó por calles y callejas, sorteando con desgana las basuras que la gente dejaba abandonadas de cualquier modo. Seguía pensando en lo diferentes que eran la vida en el campo y en la ciudad cuando llegó a su casa. Mientras las niñas corrían a abrazarle y su mujer, embarazadísima, le sonreía tiernamente desde una mecedora, un único pensamiento desterró todos los demás: << Por ellas, merece la pena. >>

Alexia.

viernes, 26 de julio de 2013

FRASE DE LA SEMANA # 7



Con Ian era diferente, mucho…Cuando me tocó, fue más profundo y sosegado que el fuego abrasador, como la roca derretida deslizándose debajo de la tierra. Demasiado profundo para sentir su calor, pero moviéndose inexorablemente, cambiando hasta los mismos cimientos del mundo a su paso.
(The host. La huésped)

Alexia.


domingo, 21 de julio de 2013

Hope



Como cada día a las cinco de la tarde, ella está esperando su milagro en la parada del bus. Ataviada con su vestido blanco y sus bailarinas color beige; el pelo suelto cayéndole en cascada por la espalda al descubierto, los labios rojos y las sombras suaves. Sus manos, pequeñas y temblorosas, agarran con fuerza el bolso sobre su regazo. La suave brisa de principios de otoño le revuelve el cabello y le acerca el olor de los árboles medio marchitos cuyas hojas caídas son arrastradas por el asfalto.
Un repiqueteo desigual en el suelo con la punta de los pies; qué más da, nadie lo escucha. Como nadie escucha los golpes de su corazón contra las costillas cada vez que aparece la sombra del autobús calle abajo. Pum. Pum. Pum. Pum. Frenético, su maltrecho corazón vuelve a golpear contra el pecho, luchando por salir y gritarle al mundo lo que siente. El autobús ha llegado a la parada. Ella le dirige una mirada esperanzada al conductor cuando las puertas se abren. La mirada de éste es la misma de cada día: triste y amarga mientras niega con la cabeza. Él tampoco vendrá hoy. Cuando llegan las diez de la noche, como cada día, se cuelga el bolso al hombro, se levanta y se alisa la falda del vestido antes de echar a caminar de vuelta a casa.
A pesar de las advertencias de su familia, a pesar de los intentos de sus amigos por levantarle el ánimo, ella sigue yendo a la parada del autobús. Ni siquiera ella misma sabe muy bien  por qué hace eso. Pero cada día, siente ese impulso desesperado de salir a buscar lo que nunca encontrará. Un anhelo tan profundo que es incapaz de refrenarlo.
Quizá sea el cansancio o quizá solo se distrae, pero sus pasos no la llevan de vuelta casa. Aunque es ese lugar el único al que reconoce como su verdadero hogar. Aún no se ha reparado la verja, y ella la abre sin problemas. Camina sin mucha prisa sobre el césped mojado por la lluvia. Las hileras de fría piedra a su alrededor; aquí y allí alguna estatua majestuosa. Le parece que el aire le susurraba al oído las palabras escritas sobre las lápidas grises. Nombres y apellidos que carecen de significado para ella, fechas que encierran prisioneras a las almas infinitas, una frase que será lo último que aquellas personas podrán decirle al mundo.
Ella camina impasible ante los cientos de vidas que deja atrás. No se para a pensar, como lo habría hecho si aún fuera ella misma, en las personas que allí yacen. Ya no imagina cómo pudieron haber sido sus vidas, qué clase de personas fueron o cuánta gente habría llorado su ausencia. Porque, en efecto, ella ya no es ella. Se siente más cerca de esas almas perdidas que de todas las personas de su vida. Al fin y al cabo, la mitad de su corazón está entre aquellas lápidas, enterrado junto al único hombre al que ella ha amado de verdad.
Su paseo se interrumpe finalmente frente a una lápida. Toda la vana esperanza que había puesto los últimos meses al ir a la parada del autobús, a su parada, se desvanece. Piedra fría y gris, igual que todas las demás, es lo que le queda de él. Nada la hace destacar, nada la distingue de las demás. Pero para ella, su vida está allí enterrada. La persona a la que más quería en el mundo. El ser que le entregó la llave de la felicidad. Una lágrima solitaria resbala por su rostro. Se sienta junto a su amado y llora en silencio durante unos minutos. Añora la historia que se truncó cuando apenas había empezado a florecer. Siente que el mundo se le caerá encima si tiene que vivir un día más en su ausencia.
Los minutos pasan mientras ella asimila la verdad en su interior. El pensamiento que ha rehuido durante tanto tiempo pugna por abrirse paso en su mente: Él no va a volver. Ella siente que está rota, que jamás volverá a funcionar bien y que no será capaz de levantarse de allí, de separarse de la razón de su existencia. Pero, de pronto, ocurre algo que es más fuerte que las lágrimas, más fuerte que un pensamiento triste, más fuerte incluso que la muerte. Algo en su interior se ha movido, y esta vez no es el sentimiento del corazón roto, sino un movimiento de verdad.
Con la sorpresa pintada en los ojos, deja de llorar y se queda en silencio, a la espera. Al cabo de un momento lo vuelve a sentir. Una sonrisa comienza a anidar en su rostro mientras comprende lo que está ocurriendo. Coloca las manos sobre su vientre y la vida en su interior se revuelve, orgullosa de ser escuchada. Otra patadita en su interior le hace saber que su esperanza no era del todo vana. La vida sigue incluso cuando todo parece perdido y no eres capaz de encontrarle sentido al mundo. La vida sigue incluso aunque parezca imposible.
Ella se despide del hombre que la ha hecho feliz en vida y que la ha salvado del abismo desde la muerte. Un nuevo pensamiento recorre su alma mientras se levanta y enjuga sus lágrimas. Si él ha sido capaz de hacerla tan feliz en un momento como ese, de sembrar la vida en ella, tiene que significar que no ha muerto del todo. Ahora él vivirá en ella y en su hijo para siempre. Nunca ha estado tan segura de algo, y este pensamiento en concreto hace que se estremezca de felicidad.

Con una última mirada al camposanto, atraviesa la verja y sale al mundo, dispuesta a vivir.

Alexia.

sábado, 20 de julio de 2013

LA FRASE DE LA SEMANA # 6


Los amores de verano terminan por todo tipo de razones, pero al fin y al cabo todos tienen algo en común: son estrellas fugaces. Un espectacular momento de luz celestial, una efímera luz de la eternidad que en un instante se va. 

(El diario de Noa)

Alexia.

martes, 16 de julio de 2013

Se acabó

El amor llega de un momento para otro, sin habértelo propuesto. Un día todo es normal y al siguiente te levantas y la vida se ha teñido de rosa. Todo lo que él hace es simplemente perfecto. Cada vez que te mira, o te sonríe tu corazón da un vuelco, y eres incapaz de encontrarle defectos, porque todos te parecen encantadores.
Y, sin embargo, cuando crees que ya no tienes remedio, que has perdido completamente la cabeza por ese chico, te sorprendes a ti misma molestándote por algo que ha hecho. ¿Qué? ¿En serio?
Le miras y no ocurre nada. Ningún aleteo descontrolado en tu estómago, ningún suspiro al borde de tus labios. Nada es como antes. Porque le miras y no sientes nada especial.
Es entonces cuando sabes que todo se ha acabado. No hay nada que hacer por vosotros.

Alexia.

viernes, 12 de julio de 2013

Amélie

- ¿Recuerdas el día en qué nos conocimos?

Sus ojos vuelan hacia el pasado.

- Claro, cómo olvidarlo- le toma de la mano y prosigue -. Fue el verano de 2010 y ponían Amélie en el cine de verano. Cuando ya me iba, te vi. Algo me dijo en el corazón que estabas hecha para mí.

- Y entonces- prosigue ella-, cuando acabó la película te acercaste a mis amigas y dijiste: <<señoritas, permitidme que os robe a vuestra amiga un momento. >>

A él se le escapa una risa al recordarlo.

- Me giré hacia ti, te miré a los ojos y te tomé de la mano para alejarte un poco.

- Y me dijiste- interrumpe ella -: << Tú no me conoces, pero yo sueño contigo desde que tengo memoria. Princesa, déjame que te haga feliz. >>

Él suspira y deposita un beso suave sobre la mejilla de ella. En la estancia se oye un suspiro generalizado.

- ¿Y después?- pregunta una niña de voz cantarina - ¿Qué paso después, abuelo?

Él sonríe de forma afectuosa y anima a sus tres nietas a acercarse más a ellos.

- Después, vuestra abuela se rió de mí. Me dijo que me había vuelto loco y que no me acercara a ella.

- Pero…- exclama otra de las niñas - ¡Abuela! ¿Por qué hiciste eso? ¿Acaso no le querías?

Ella sonríe y, cuando responde, lo hace con un deje de nostalgia en la voz:

- No pequeña, aún no. Pero desde ese día ya no pude dejar de pensar en él .

- Y yo le insistí tantas veces, que al final accedió a salir conmigo- termina él con la mirada perdida en el rostro de su mujer.

- ¿Qué pasó después, abuelita?- pregunta la más pequeña.

- Desde entonces no nos separamos, y pronto nos casamos y tuvimos hijos. Y nuestros hijos nos regalaron unas nietas maravillosas.

- ¿Y después, y después?- corean las niñas.

-Después- termina él -, fuimos muy felices.



Alexia.

miércoles, 10 de julio de 2013

FRASE DE LA SEMANA # 5



Te garantizo que habrá épocas difíciles y te garantizo que en algún momento uno de los dos, o los dos querremos dejarlo todo. Pero también te garantizo que si no te pido que seas mío me arrepentiré durante el resto de mi vida. Porque sé, en lo más profundo de mi ser, que estás hecho para mí. 
(Novia a la Fuga)

Alexia